Mis letras son historias y pasajes de mi vida, hablan de mis vivencias, de mis tristezas y alegrías, en ellos hay sonrisas ocultas, susurros mentales, frases nunca dichas, quejas silenciadas y lagrimas escondidas, mis historias son pedazos de mi alma, fruto de mi vida, mis letras son sueños engendrados en una mente que respira, son retazos de momentos que escondo en mi agenda, pocos viven a la luz, otros hacen crecer la esperanza, porque como tu sabes son mi experiencia por la vida.

miércoles, agosto 13, 2014

Don Sixto Perez y el carruaje maldito...

"Cada vez que enfilo las calles del templo dominico, al llegar a sus esquinas, no pierdo la esperanza de encontrar algún día en la oscuridad el majestuoso carruaje negro tirado por cuatro bestias malditas, que llevan sangre en los ojos y expelen fuego por sus fosas nasales..."


En la Guatemala de antaño, la famosa "Tacita de Plata", no todo era color oro y plata como lo hacen creer nuestros abuelos, tenían sus pro y sus contras como nuestro diario acontecer, aunque para ser honestos eran mas los pro. Cuenta la historia que nuestra bella patria se encontraba bajo el mando del General Justo Rufino Barrios, un hombre que sentó un gran precedente en la historia de nuestro país poniendo en jaque la delicuencia y a la iglesia católica  generando una persecución religiosa, donde se encontraban prohibidos los cultos externos y el libre andar apesarado de las procesiones, en el cual el verdugo del pueblo tenia nombre: Sixto Perez, quien tenia a cargo dirigir a la policía de la época. Don Sixto era un hombre de carácter fuerte y explosivo, bonachón con las prostitutas, amante de los elixires alcohólicos. Un hombre de buen porte, alto y robusto, fortachon con cara de malandrin escondida detras de un bigote de santo en pena, como solo en esa epoca se encontraria.

 Pues bien, cuenta la leyenda que un viernes santo, uno de esos tantos, que despues del rezo de las 3 de la tarde las abuelitas no permitian hacer limpieza, no podias correr o hacer algo divertido, mucho pensar en tomar un baño porque si no te volvias pescado. Los frailes dominicos tuvieron a bien sacar en andas la imagen del Señor Sepultado de Santo Domingo, al momento de darse por enterado de esta situación, Don Sixto bajo efectos del alcohol, desde su residencia, salio acompañado por algunas mujeres de  dudosa reputación, monto en su majestuoso carruaje negro, tirado por 4 corceles pura sangre, blasfemando y diciendo incoherencias, se encamino en búsqueda del apesarado cortejo procesional.

Don Sixto dentro de su locura condujo sus bestias a gran velocidad atropellando a las devotos fieles que acudieron a observar el cortejo fúnebre  dentro de los cuales hubieron victimas mortales, cual fue la sorpresa que el anda procesional se salvo de caer al suelo cuando paso el carruaje, a lo cual Don Sixto al ver lo sucedido salio en tremenda carrera dándose a la huida, cuenta la leyenda que dicho personaje después de su captura por tremendo acto vandalico, vendió su alma al diablo con el fin de quedar en libertad, a lo cual fue recuperada instantáneamente pero en consecuencia se desarrollo una serie de trágicos acontecimientos que se desencadenaron por la misma, se iniciaron los rumores por el antiguo barrio dominico, que a Don Sixto se lo había ganado el diablo, que aun después de su muerte, su alma tuvo que continuar penando por el pecado atroz que cometió en vida, por lo cual todos los viernes al caer la media noche se observaba el majestuoso carruaje tirado por cuatro bestias infernales, cuyos ojos destellaban los fogarones del infierno, donde su conductor, la muerte, llevaba a don Sixto dentro del carruaje dando espantosos gritos de dolor al recorrer su trayecto, recordando la razón por el pacto que entrego su alma al diablo.

Cuentan  las historias del barrio dominico que aun hay bolos que los cuida el cadejo, y que estos mismos han podido escuchar cuando por altas horas de la noche se escucha el correr de un carruaje tirado por cuatro bestias infernales enfilando la calle, y que al pasar el ventarron se siente esa esencia a azufre y dolor...

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